Hoy me he dado cuenta del infinito poder que tienen las palabras. De ante mano y por instinto lo sabía, pero nunca me había puesto a reflexionar como este día.
He recordado como bonitas palabras me han hecho reír, soñar, volar, imaginar; han puesto mi mundo a temblar y me han llenado de felicidad. Pero también como hiriente frases me han hecho sufrir, llorar, enojar, gritar, entristecer e incluso la muerte desear.
Es increíble como algunas pueden viajar disfrazadas de mariposas, bellos seres que ilusionan; y como otras lo hacen como horrible arañas ponzoñosas que asesinan sin demora.
Pero no solo las palabras hipnotizan, también lo hace la forma en que las digas; dependiendo da cuanta euforia, entusiasmo, carácter, coraje y sentimiento les pongas serán los efectos que estas ocasionan.
Y eso es algo que me alegra y llena de júbilo, pero a la vez me entristece; porque no todos tienen buenas intenciones; y si saben controlar las emociones, podrán conquistar corazones; hacerlos perder el sentido, hundirlos en el vacío y olvidarlos en el camino.
Pero así como existen seres perversos, también hay salvadores y almas nobles, que te guían por el sendero correcto, te animan a seguir adelante, no derrumbarte y si caes, te ayudan a levantarte.
Más aun así, no basta, es necesario que te enseñes a caminar solo, pues al fin de cuentas son tus pasos los que te llevaran al éxito o al fracaso. Sólo tú eres dueño de tus actos; que pueden hundirte o alzarte en el inmenso mar de la vida.
Así que toma el control de tu barca y navega hacia donde tu alma, corazón, devoción y razón te dicten.
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