martes, 9 de agosto de 2011

Amor constante más allá de la muerte

Todos alguna vez hemos tenido un amor imposible, algo que anhelamos más que nuestra propia vida, un capricho. Eso era para mí Lucy; mi amor prohibido debido a que era mi mejor amiga, por lo que un amorío terminaría con nuestra bella y estrecha relación filial. Más esa no había sido la única razón para creer que no tenía posibilidades, ya que hace tiempo había intentado conquistarla, pero nunca mostro interés, por lo que había abandonado toda idea, mas aquel dañino sentimiento persistía y me mataba día a día; y no podía alejarme a pesar de que tantas veces lo había intentado, con grandes periodos sin verla, perdiéndome en otros brazos, otras caricias y besos, pero siempre volvía a ella, y al verla sonreír, todo cobraba sentido, me hipnotizaba y continuaba siendo su esclavo, su amigo, aquel en quien podía confiar, siempre siendo cómplice dispuesto a complacerla.

Y una bella tarde de invierno mientras paseábamos a orillas del muelle, un lugar mágico, hechizante, a donde solía a llevarle para que quizás un día despertara en ella, ese sentimiento de amor, que mi corazón tanto anhelaba; me confeso que estaba enamorada, totalmente perdida por un joven al que poco conocía, solo le había visto una vez y ya sentía que le pertenecía.

-Pero Lucy, eso es irracional y desmedido, ¿Cómo puedes amarle si muy apenas lo conoces?, de seguro es otro de tus amores pasajero.

-No lo entiendes Ian, es diferente, especial, y sé que el siente lo mismo por mí, lo he visto, sus ojos me lo han confesado.-

-Ten cuidado, no me convence-

Pero ella no escucho, estaba en un estado de enamoramiento brutus, tan fuerte al parecer, pero nada preocupante, ya que solía hacerlo, era tan inconstante, un día creía perder la cabeza por un chico, y al otro ni siquiera recordaba su nombre.

Por lo que lo que mi vida, seguía igual, la misma rutina, el mismo orden de las cosas y el mismo amor imposible.

Pero Lucy empezaba a cambiar, estaba más ausente y me evitaba frecuentemente, más no solo a mí si no también a sus amigas y parientes; no entendía la razón por lo que un día decidí enfrentarla abiertamente.

-¿Qué te está pasando?-

-Nada Ian, simplemente soy feliz junto a mi amado.

-Lo sé, pero no entiendo porque me evitas y te estas aislando del mundo, ¿Acaso él te lo ha pedido?

-No, para nada pero lo que pasa es que es lo mejor para mí alejarme de todos quienes no aportan nada bueno a mi vida-

-Lucy el único que no aporta nada bueno a tu vida es tu “amado”, ya que te está alejando de los seres que más te queremos.

-Claro que no, él tiene tanta razón, pues me advirtió de que me dirías eso, no soportas que este enamorada, que al fin sea feliz y no contigo.

-¡Como puedes llegar a creer eso!, Lucy no permitas que te robe tu vida.

Esa última conversación, me hirió, terminó de romper mi corazón, pero entendía que no era su culpa, si no de aquel le cada día le robaba su alma. Pero Lucy no quería entender, que más podía hacer.

Meditaba y meditaba, en eso una voz en mí cabeza, me dijo grito ¡SALVALA! ¡Libérala! ¡Protégela! .Tenía que buscar a quien la tenía prisionera, que fingía quererla y sólo la lastimaba más.

Lo cuál era una tarea difícil, ya que parecía que la Tierra se lo había tragado y gozaba del anonimato. Y empezaba a creer que mi amada lo había inventado, que no era real, tan sólo un ser ficticio producto de sus fantasías. Pero un día mientras paseaba por el muelle, una tenebrosa brisa me abrumo y a lo lejos una voz me llamaba.

-¿Acaso me buscabas?-dijo esa misteriosa voz

-¿Quién eres?- Conteste un poco confundido

-A quien esperabas encontrar- dijo tratando de retarme

-Di tu nombre- exigí alzando la voz

-Tú me llamas ladrón y ella amor- contesto con un tono más burlón

-Déjala en paz, aléjate de ella, estábamos mucho mejor sin ti-

-Vaya, pero si te estoy salvando, ¿Qué acaso no sufrías en silencio por tu rechazo?

-¿Cómo sabes eso?- Pregunte asombrado

-Se eso y mucho, incluso lo que te orillo a la desesperación de encontrarme. Y me pregunto ¿acaso te sientes impotente porque he logrado en semanas lo que tú no has podido en años? ¿Te duele perderla?

-No la he perdido, sólo esta confundida, verás que cuando se olvide de ti volverá a mí, así que aléjate de ella, déjanos en paz, desaparece

-Sí es lo que quieres lo haré pero no es la mejor opción para tu Lucy, ya que su alma me pertenece, será un calvario lo que sufrirá… - dijo y desapareció, se esfumo junto con la brisa.

Al parecer había cumplido su promesa, ya no estaba con Lucy, pero a mí pequeña se le escapaba la vida. Había caído en una profunda depresión, no quería comer, ni salir, ni dormir, pasaba lo días encerrada, llorando hasta el cansancio. Me sentía tan culpable de provocarla tanto sufrimiento, quería ser su apoyo, pero por más que intentaba acercarme, ella me alejaba, no me permitía darle ese amor que tanto necesitaba.

Por lo que cada tarde volvía al muelle, a meditar y esperar que aquel demonio que le había robado su alma apareciera, empezaba a agotarse mi paciencia y cada vez dolía más verla así, incluso mi vida iba perdido sentido.

Había anochecido, estaba a punto de partir, cuando esa brisa conocida me atrapo, y otra vez esa voz maliciosa me llamó.

-¿Has disfrutado de tu amada, de su sufrimiento y pena?- Dijo mientras soltaba una carcajada

-Te advertí que sufrirían pero no quisiste escuchar, creíste que te librarías tan fácilmente de mí-

-¿Qué es lo que quieres de nosotros?

-Fácil, lo que estoy obtendré de tu amada, quién enloquecerá a tal grado de que querrá terminar con su vida y así su alma me pertenecerá-

-No podrás hacerlo-

-Pero si ya lo estoy haciendo y tú tendrás que cargar con esa pena, ya que gracias a ti este se ha convertido en un divertido juego, bueno sólo para mí, que disfrutó de su sufrimiento. Su vida está en mis manos, pero puedes cambiarlo, te permitiré hacerlo, aunque el precio que tendrás que pagar será muy alto.

-¿Qué quieres?

-¿Estás dispuesto a todo por ella?

-Sí, solo pídelo y lo tendrás-

-Quiero tu alma, y me parece una gran transacción una vida a cambio de otra-

Mi vida a cambio de la suya, una difícil decisión, pero ya la había perdido, ella nunca me correspondería de la manera en que yo deseaba, y mi vida seguiría siendo un calvario. Ya estaba muerto pues había perdido la costumbre de vivir, por lo que era lo mejor que podía hacer, liberarla.

-Está bien, la tendrás, pero me gustaría saber ¿Por qué lo haces?

- Es parte de mi naturaleza, soy un ser oscuro, un demonio, inmortal y es mi obligación quebrantar a los seres humanos, que pierdan el sentido de vivir, que enloquezcan, caigan en la desesperación y cuando ya no encuentren la salida terminen con su vida. Pero esta vez me has hecho mi trabajo demasiado fácil y excitante, por lo que te dejare escoger la forma en que deseas morir y te daré un plazo de un día para cumplir tu cometido. Nos vemos en el infierno.- Fue lo último que dijo, y desapareció.

Así que emprendí mi viaje al olvido, recorrí toda la ciudad, despidiéndome de todo lo que dejaba atrás, vi a mi amada por última vez, pero decidí ocultarle lo que estaba a punto de hacer. Se veía mejorada, empezaba a salir de su depresión, lo cual me alegraba, pero me encontraba entre la pared y la espada, sabía que si no terminaba con mi vida, el terminaría con la de ella y no podía permitirlo.

Lo había decidido, y también tenía el método más adecuado para terminar con mi vida, envenenamiento, por ser el menos doloroso y más eficaz. Hace tiempo que lo tenía contemplado, por si algún día conseguía las razones suficientes para hacerlo; esta sin duda valía la pena; morir para salvar a mi amada era lo más bello que podía hacer. Y como no podía decírselo, lo escribiría, le dejaría en una pequeña nota de despedida y que mejor para describir lo que sentía que la lira de nuestros poetas muertos.

“Esa era mi esperanza...más ya que a sus fulgores, se opone el hondo abismo que existe entre los dos, ¡adiós por la última vez, amor de mis amores; la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores, mi lira de poeta, mi juventud, adiós!”

Pequeña recuerda que la muerte no es más que un sueño y un olvido. “Mi cuerpo dejare no su cuidado; Seré ceniza, mas tendrá sentido; Polvo seré, mas polvo enamorado. Amor constante más allá de la muerte… Y si es que existe algo más ahí te estaré esperando”

Tome le di un último trago a la botella de cianuro, y empecé a sentir el efecto, mi vida extinguirse, ahí se encontraba el culpable de este juego sangriento con su diabólica sonrisa, esperando a que todo terminará para encaminarme sobre el rio Estigio o purgatorio y finalmente llegar al Inframundo.

domingo, 7 de agosto de 2011

Sólo palabras

Hoy me he dado cuenta del infinito poder que tienen las palabras. De ante mano y por instinto lo sabía, pero nunca me había puesto a reflexionar como este día.

He recordado como bonitas palabras me han hecho reír, soñar, volar, imaginar; han puesto mi mundo a temblar y me han llenado de felicidad. Pero también como hiriente frases me han hecho sufrir, llorar, enojar, gritar, entristecer e incluso la muerte desear.

Es increíble como algunas pueden viajar disfrazadas de mariposas, bellos seres que ilusionan; y como otras lo hacen como horrible arañas ponzoñosas que asesinan sin demora.

Pero no solo las palabras hipnotizan, también lo hace la forma en que las digas; dependiendo da cuanta euforia, entusiasmo, carácter, coraje y sentimiento les pongas serán los efectos que estas ocasionan.

Y eso es algo que me alegra y llena de júbilo, pero a la vez me entristece; porque no todos tienen buenas intenciones; y si saben controlar las emociones, podrán conquistar corazones; hacerlos perder el sentido, hundirlos en el vacío y olvidarlos en el camino.

Pero así como existen seres perversos, también hay salvadores y almas nobles, que te guían por el sendero correcto, te animan a seguir adelante, no derrumbarte y si caes, te ayudan a levantarte.

Más aun así, no basta, es necesario que te enseñes a caminar solo, pues al fin de cuentas son tus pasos los que te llevaran al éxito o al fracaso. Sólo tú eres dueño de tus actos; que pueden hundirte o alzarte en el inmenso mar de la vida.

Así que toma el control de tu barca y navega hacia donde tu alma, corazón, devoción y razón te dicten.